sábado, 21 de noviembre de 2009


Miro hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, desde un presente en constante agonía, en esta tarde de exquisita soledad de último piso, de oídos llenos de viento y colores que no puedo explicar. He vivido mucho ya y pretendo seguir viviendo. No sé cuanto me queda por vivir pero si algo tengo en claro, es cómo quiero vivirlos. He hablado mucho, con muchos, acerca del tiempo y sus lecciones, del peso de la verdad, de las humanas percepciones acerca de ambos… Esta matriz de relaciones cambiantes entre el tiempo, la verdad y nuestras necesidades que tan a menudo nos dejan completamente insatisfechos. Verdades que, ahora que las he hecho mías, hubiera deseado decantarlas mucho antes. No merece la pena el análisis ni la búsqueda de un porqué, solo es necesario advertir la necesidad de no desperdiciar, aun más, este recurso no renovable y por lo tanto el más valioso de todos… El tiempo.
¡Ya no tengo tiempo para tantas cosas!
Ya no tengo tiempo para lidiar con la mediocridad, la vulgaridad o la mezquindad, No quiero estar en reuniones donde egos inflados parecieran suplicar por un perspicaz interlocutor, maestro en esgrimir contundentes ironías, que los haga reventar mientras solo unos pocos escuchan el estruendo y como siempre el ególatra ni se entera. Ya no puedo concederme el lujo de tolerar insensatas personas que, a pesar de su edad cronológica, siguen infantes en más de un sentido. Ya no puedo permitirme soportar a los inconsecuentes, a los ventajeros y mucho menos a los manipuladores. Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Detesto ser testigo, de los efectos que genera la lucha feroz por los inciertos, por lo que en verdad se desconoce, o sencillamente no es importante. Aquellos que de todo saben y a nadie convencen. Mi tiempo es escaso para las discusiones donde la verdad es lo último a conseguir. Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos y mi tiempo es escaso como para discutir títulos. ¡Mi alma tiene prisa de esencias! Porque lo esencial es lo que hace que esta vida valga al menos la pena. Quiero que mi tiempo discurra de otra forma. Quiero estar entre aquellos que ríen de sus errores y los comparten. Entre los que con honradez buscan la verdad. Aquellos que no temen estar equivocados, que exponen sus verdades a las del otro en busca de una superior. Quiero compartir mi tiempo con los agradecidos y los que generosos comparten su experiencia. Con los que no huyen de la adversidad sino que la arremeten. Con los que piden ayuda cuando ya han dado todo y con los que siempre están dispuestos a ayudar. Con los que se esfuerzan por mejorar pensando en estar listos para cuando necesiten de ellos. Con los que a fuerza de golpes aprendieron a ser sensibles. Con los que no conciben el rencor. Quiero rodearme de gente de la que pueda aprender. Sí. Tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar más mi tiempo. Mi meta es llegar al fin satisfecho de mi esencia y en paz con mi conciencia…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

whenever it rains...


Lo que no sé o no termino de entender,
la melancolía de las vidas que perdí,
recuerdos que amo y otros que no,
todos persistentes en su lección.
Una tormenta creativa que diseña juegos infantiles,
un amor que se renueva en su propia música,
nuevos sueños donde termino empapado,
viejas ceremonias de viajero insatisfecho.
Todo eso y más.

cada vez que llueve…


What I do not know or do not finish understanding,
the melancholy of the lives that I have lost,
memories that I love and others that I do not,
all persistent in their lesson.
A creative storm that designs childish games,
a love that renews in its own music,
new dreams where I end up soaked,
old ceremonies of a non satisfied traveller.
All that and more.

whenever it rains…

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Nadie podrá jamás

Mi fuente no tiene dueño
ya no me pertenece.
De todos y de nadie,
no cesa ya de fluir.
Nada tiñe ya sus aguas
ni se ocultará más,
Puedes hacer
sus aguas volar,
pero quebrarla...
nadie podrá jamás.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Viajes

De mi cuarto a la cocina, a medio camino, unos cuatro pasos nada más, se abre a mi izquierda un mundo lleno de precipicios. Me resulta imposible resistirme a la tentación de mirar. Aun cuando el vértigo es demasiado grande, siempre miro. Al pasar, a veces me quedo y a veces pretexto cualquier cosa para no quedarme, otras, disimulo intentos de tirarme al vacío… mientras mi conciencia me espera en la cocina y habla de desayunos diferentes pero que siempre son el mismo. Observo y me digo que no existe, que es un juego cruel que en vano intento ganar. Debo irme, cruzo la puerta y me detengo, necesito volver a verlo, saber que sigue ahí. Algo me dice que es real, regreso. Una, dos, tres, se me acaban las excusas, los juegos, y lo que olvido de decir que en verdad jamás olvido. Si tan solo pudiera quedarme en los bordes, ser espectador, no tener este impulso incontenible de saltar, no saber que siempre vale la pena el salto. Tan solo envejecer a orillas del viento, mientras miras caranchos volar…

Sunset addiction



Una maravilla cada tarde.
No importa el clima,
con o sin nubes.
A mi me da lo mismo.
Es casi una adicción.
Volver por la tarde
del tedio de mis días
correr a mis ventanas
y ver caer el sol
o solo imaginarlo
detrás de todo, de todos.
Siempre el mismo guión,
siempre distinta la obra,
y sentir que algo de mí,
algo que no puedo definir
pero que sé tuyo,
definitivamente tuyo,
se va con él…

martes, 15 de septiembre de 2009

Mirándote desde la puerta...

Las ideas se me hacen agua,
no quieren el aceite de las palabras,
vienen y se suspenden a un lado del viento.
Se parecen a vos entre los árboles.

La piedra dentro de mi boca
y mi voz en un espacio inmenso,
que no sabe ni puede… que se arrepiente,
y se arrastra contra lo que no existe.

Ideas que no llegan, que desesperan,
mudos arrebatos de ingenio y creatividad,
por nacer, y en un instante morir…
la realidad no falla uno solo de sus golpes.

sábado, 29 de agosto de 2009

Mi autorretrato al estilo de Pablo Neruda

Por mi parte,
soy o creo ser
duro de cabeza,
mínimo de brazos,
escaso de mentiras,
creciente de abdomen,
largo de lengua,
ancho de suelas,
oscuro de tez,
generoso de amores,
insistente de cálculos,
confuso de palabras,
tierno de manos,
lento de dormir,
inoxidable de corazón,
aficionado al café,
al cigarrillo,
a la velocidad,
a las tormentas,
a las montañas
y al mar verde,
administrador de recuerdos,
caminante de rutas,
torpe de instituciones,
generoso a perpetuidad,
amigo de mis amigos
y lento de enemigos,
entrometido entre perros,
mal educado en casa,
tímido con las mujeres,
arrepentido sin objeto,
horrendo administrador,
piloto de boca e improvisado de la tinta,
discreto entre los animales,
afortunado de lluvias,
investigador en cementerios,
oscuro en las bibliotecas,
melancólico en las sierras,
incansable en las costas,
apurado de contestaciones,
ocurrente años después,
vulgar durante todo el año,
vago con mi cuaderno,
monumental de apetito
y oso para dormir,
desmedido en la alegría,
inspector de ocasos,
trabajador invisible,
desordenado, insistente,
valiente por necesidad,
cobarde sin pecado,
distraído de vocación,
escueto de mujeres,
árabe de sangre e impulsos,
pragmático con los problemas,
poeta sin poemas,
idealista renegón,
y tonto de siete suelas.

viernes, 28 de agosto de 2009

Ansiedades

Abril 2008
Me pregunto una y mil veces lo mismo. ¿Cómo desarticular este mecanismo de ansiedades? ¿Estos temores de púber que no entienden que ya no soy adolescente? Y en el tiempo de mis dudas la realidad me aplasta con su rostro, con el olor de la lluvia, con el sabor amargo de mis mediodías, con la ausencia de sus manos, con cielos sin nubes y el recuerdo de ese gesto irónico de su sonrisa. Me asedia con sus ideas, con sus respuestas, con sus gustos (tan exquisitamente similares), con su deseo de no herirme, con sus ganas de administrar colores…
Me configuro hermético e impenetrable y termino lleno de goteras. Destilo miles de sueños mientras rechazo el contacto. Temeroso de terminar cerrando los ojos, de convertirme en una estatua sonriente y ridícula. El pudor de sentir mis sueños desnudos me delata.
Me siento idiota.
Me siento vivo.

viernes, 21 de agosto de 2009

A mi padre

Son los pasos y su sonido,
la ceguera de tu cariño,
la ansiedad que muerde nudillos,
el insulto.
la negación.
tu paranoia, la mía.

La mano abierta y el extendido brazo
buscando los roces de tu andar,
mientras cuentas los pasos,
temerosos del contacto.
La sublime danza matemática de tus dedos
dejando ese anaranjado rastro sobre la mesa.
Sonidos cotidianos
que mudan en tragedia
(distinto los decibeles)
como tantas cosas
el sol ha dejado de amarte
y no los has visto crecer
y no puedes recordarme.
solo destellos,
preludio de una noche eterna

todo parece huir de ti.
Yo que de ellas tanto dependo
jamás he podido dártelas.

no puedes verme,
no puedo verte.

Mi nombre en tus bolsillos

Hoy desperté con ganas
de llenar mis oídos de viento,
la tarde me descubre,
completamente escrito por dentro,
y mis ojos buscan en vano
el verde de un mar confidente.

Hace ya tiempo que no llueve,
ni siquiera aquí dentro,
comienzo a olvidar mi nombre,
que se esconde en tus bolsillos
mientras cuento hasta tres mil
y me olvido de salir a buscarlo.

Te busco como al café,
me cruzo con el perfume de tu pelo,
que me embriaga de sueños
y olvido recuperar mi nombre
que ya se durmió en tus bolsillos,
que se olvido que estaba jugando.

Desayunos que son almuerzos
con sabor a vacaciones de verano,
hablamos de cualquier cosa
mientras mi fuente se pregunta
una y otra vez sin descanso,
cómo es posible tu boca…

Luz, cámara...

Hoy me refugié en tus hojas
Alfonsina, señora del mar.
Mi dolor se suma al tuyo en tu genial verso
“dulce tortura quietamente sufrida”…
y si, es dulce, y ojala pudiera como vos,
sufrirla quietamente.
Inmóvil debajo de mi almohada,
terminar, de una vez por todas,
de asfixiarlo.
Mi respirar la lastima
y el sabor muta, amargo,
con ojos abiertos, llenos de sal y arena.
Me sofoco, huyo, me encierro y me someto,
y nuevamente lastimo lo que amo.
Me pretendo amigo íntimo,
trago la saliva amarga de los malos actores,
suelto mis vapores y entonces ella
me regala su dolor en papelitos de colores,
colores que no puedo descifrar.
Por mas que lo intente
no logro ser quien la contenga.
Desespero.
Ella huye de mí nuevamente.
La veo alejarse
sola,
sin amantes.
sola,
sin su amigo,
Regresa.
La noche y mi cómplice
con mi almohada en la mano,
sin resultados.
Regresa.
Actuamos, sabemos, no mostramos…


Lucas P. Michref

miércoles, 19 de agosto de 2009

Julio y sus mañanas

Lo primero que hizo al despertar fue buscar en su escritorio los Camel Box. Sabía que quedaban tres y eran suficientes. El primero, la afeitada y el desayuno. Encendió el más arrugado y tosió tres veces tapándose la cara con la almohada. Espió el clima por la ventana, gris, húmedo, camperas a discreción, ninguna bufanda... y regresó a la cama. Hizo fiaca mirando el techo a través del humo, pensó, ocho y cuarto, se levantó. Mismos jeans, medias limpias y zapatillas, a las que sentía como si las volviera a usar después de décadas. En el baño dejó correr el agua hasta que quemara y a cachetazos se lavo la cara. Ablandó la barba y se untó la espuma sin mucho esmero. Segundo Camel en la boca y afeitadora en mano. Mismo método: mejilla izquierda, derecha, mentón, bigote y por último cuello, siempre a contrapelo. Alcohol, también a cachetazos. Tiró el Camel en el inodoro. Se demoró en el peinado. Por último, camisa blanca y campera de cuero. ¿Perfume? no quedaba. Su madre le prometía un Armani que nunca llegaba. Pensó, desodorante, ya se había puesto la camisa. No quería arrugarla. ¡Mierda! Nada entonces. Café frío de la noche anterior en pocillo limpio y al microondas. Sin azúcar. Las llaves de casa, las del auto, celular, cigarrillos (cigarrillo), encendedor, el dinero (bolsillo trasero izquierdo) y billetera (al derecho). Odiaba cargar con todo eso, tanto que sin importar el lugar a donde fuera, al llegar desenfundaría todo aquello apenas cruzara el umbral. Nueve cuarenta y cinco. Apuró el café y una porción de pizza fría, para Julio ese era el mejor desayuno. Dejó la taza en la mesita del palier. Tomó el ascensor. Apretando su último Camel con los labios, intercambió los saludos de rigor con el portero. Pisó la vereda. El viento le recordó la afeitada y pudo salir de sus pensamientos… de esos que uno da a luz en el ascensor y después ¡puf!… ¿que venía pensando?

Lucas P. Michref


Perros videntes


Camino hacia mi casa
y la ciudad se me presenta
con los rostros de siempre.
Llueven los acertijos del pasado
y los perros de la calle
me miran como si supieran.
¡malditos perros videntes!
¿cómo saben que vengo mascando huesos?

Momento Nube


La tarde me jugó sucio y desperté sudando en mi sofá. No quise moverme. Abrí los ojos lentamente y la oscuridad de mis muebles me inundó. En la escena el color apareció detrás del televisor, donde la ventana permanecía apenas abierta y así se encontraba desde ya varios días. Podía oler el polvillo de la ciudad en el aire. Me estiré y sorteando el televisor miré por la ventana. Un tanque de agua de cemento, pintado de verde, o al menos eso creo, puesto que soy daltónico, y mas arriba el cielo, donde una sola nube a punto de extinguirse, lo definía. Me quedé mirando la nube hasta que desapareció y no me quedó más remedio que desprenderme de mi sofá. Todo lo que pensé en ese momento nube ya no lo recuerdo. Pero aún conservo las ganas de escribirlo. Elijo el marco para un cuadro que no puedo pintar, un verde que no puedo definir, una nube que fue tantas cosas mientras duró. Ya en pie y de espaldas a la ventana, los muebles recobraron sus colores. Ya todo regresaba a la complicidad de lo cotidiano...

Mis Disculpas I


Mis disculpas, voy a cometer el error de situarte lector, de darte las imágenes antes que las ideas, porque necesito escribir, alguien tiene que hacerlo, y si comienzo por las imágenes me resulta mas sencillo…: 1:14 AM, mi departamento, fumando, llenando lentamente de humo este cuarto, a catorce pisos de la realidad desde donde solo llega un sonido automotor, releo y me dilato aun más… ¿debo borrar y comenzar de nuevo? No. Voy a dejarlo, tal vez así comprendas mejor. Tal vez un viaje hasta la cocina y regresar con un café me haga bien, y para vos será mas rápido aún, porque cuando lo leas solo será el tiempo que dura la puntuación. ¿Por qué lo explico? Para que dure el mismo tiempo en que yo busco mi café y no te aburras. Ahora sí. Aparte de servirme el café apagué y encendí distintas luces. Creo que me vas entendiendo… ¿No? Tal vez necesitas seguir leyendo, persevera lector, confía. Hace un tiempo llené una hoja con mis sentimientos más recurrentes, mas tarde volví a leerlo y como si fuese otro el autor (en realidad era otro yo en aquel tiempo) me sentí identificado, empático con un ser a quien no terminaba de reconocer como mi persona. Hoy me desborda la envidia hacia ese personaje que podía expresar sus sentimientos de esa forma. Tan claro y vehemente. Un arrebato de ira hacia el status quo que lo oprimía. Ese autor me dice que no deje de escribir, que lo haga aún cuando quisiera borrar todo y evitarte querido lector, esta tortura de leerme así… tan irresoluto. Es el culpable de que yo hoy este escribiendo, de que me estés leyendo. Tal vez me conozcas, probablemente no, y sabemos que eso no importa porque al terminar estas líneas sabrás al menos “algo” de mí. “Algo” que nadie sabía antes de escribirlo. Hago de cuenta que tomas asiento, aquí a mi lado, y me ayudas a escribir. A buscar la forma de explicar esta idea. Ganarle la batalla al lenguaje y hacerme de las palabras. La idea la tenemos: “No puedo escribir como antes”. Me preguntas: ¿Quieres?… ¡Claro! Quiero poder, nuevamente, hacer esa mueca de sonrisa que revela mi conformidad al leerme. ¿Por qué? Porque se siente de maravillas. ¿Escribir bien o estar conforme con lo que escribes? No lo pondría en esos términos, solo quiero sentir la seguridad de que lo escrito los llevará sin escalas a mi dimensión, que logro unirlos a mí en “mi” sentir. Saber que leerme los hace mis compañeros de viaje. ¿Estar seguro que el lector pasea por tu ser con solo leerte? Algo así, no es un paseo exactamente, mas bien sería un tour por mi ser, donde yo, cual guía turístico dirijo tu mirar, tu pensar, tu sentir justo hacia donde me duele, contenta, excita, asfixia, etc. ¿Y sino les agrada el tour? Irrelevante. No pretendo que les agrade. Solo la seguridad de que lo observado ha sido aquello que me puso a escribir. ¿Qué cosas exactamente te ponen a escribir? Muchas… la mayoría de las veces son aquellas que me duelen. Parecen hacerse presentes con papel y lápiz en mano… pero casi siempre el papel está arrugado y la mina del lápiz quebrada en miles de pequeños pedazos. Muy pocas veces son aquellas que me contentan… pero si las escribo el lenguaje se hace dócil, el papel satinado y el lápiz muta en pluma. ¿Te resulta más sencillo escribir desde la felicidad y el contento? En cierto modo, pero lo que quiero decirte lector es que la necesidad de que otros visiten esos paisajes es menor. Yo se que todo aquello que me contenta lo llevo escrito no solo por dentro sino en mi piel, en mis ojos… ¿Y aquello que te duele y asfixia? Solo por dentro, en otro idioma, encriptado, en el agua de una fuente a la que hoy resulta muy difícil llegar. ¿Antes era fácil llegar a la fuente? Si, tiempo atrás era fácil llegar. Supongo que existen razones por las cuales el camino a la fuente hoy resulta menos accesible, y no quiero extenderme en ello, pero… ya que hacemos de cuenta que escribo contigo y trato de ayudarte, tal vez esa sea la razón… Explícate mejor lector. Lo que trato de decir es que cuando la fuente es accesible a otros también lo es para ti y viceversa. Entiendo, pero… ¿Te das una idea de lo que significa que la fuente sea así de accesible? ¿De lo expuesto que estaría? Expuesto a aquellos que me rodean, aquellos con quienes convivo, con los cuales no siempre conviene estar expuesto de esa forma. Quiero poder escribir como antes y de esa forma poder leerles lo que esta escrito en el agua de esa fuente, sin la necesidad de que lleguen a ella, se laven los pies y tiñan mis aguas con sus hojas muertas. ¿Porque tanto miedo? Yo, por ejemplo, estoy leyendo ahora el agua de tu fuente y me doy cuenta de que se renueva constantemente, que no existe sangre derramada que termine de teñir tus aguas. Solo con verla doy cuenta de que existen otros que llevan tus palabras dentro, que beben de ellas cuando les duele la sed. Que tu fuente te sobrevive en aquellos a quienes les mostraste el camino. ¿Y como es que llegas a semejante conclusión? Porque hoy yo soy uno de ellos…aun cuando no hayamos escrito nada…
Mejor abramos la ventana y tomemos otro café. Me gusta el café. ¿Un cigarrillo? Por supuesto…
Lucas P. Michref

It's uncomfortable...


Es incómoda esta situación de hacer lo que se desea sin decidir lo que se desea, y más mortificante aun esta forma de creer en lo que no se ve sin poder creer que se ve. Resulta deshonroso pensar que estamos como queremos sin resolver lo que queremos. Con anhelos prestados y aspiraciones ajenas, viajamos no para ir a alguna parte sino para ir. La gran cuestión es moverse. Es perturbador aprender lo necesario sin saber lo que se necesita, olvidar que la percepción en si misma es un estado de gracia, y que los hombres son sabios en proporción no a su experiencia, sino a su capacidad para la experiencia. Es ridícula la libertad, como las cartas de amor, como el amor: esa emoción de creer que podemos decir y sentir lo que se nos ocurre, cuando apenas logramos elegir los silencios. Es así, amigos, está difícil la cosa, navegamos solos en aguas tranquilas, sin rumbo fijo ni peligros aparentes, como un barco tripulado por leprosos al que nadie se quiere subir, del que nunca se podrá descender. ¡Es usted bienvenido!




Lucas P. Michref




It's uncomfortable this situation to do what is desired without deciding what is wished, and even more mortifying this way of believing in what is not seen without being able to believe that is seen. It turns out disgraceful to think that we are as we want without solving what we want. With borrowed longings and foreign aspirations we travel, not to go somewhere in particular, but just to go. The big matter is to move.It is disruptive to learn the necessary without knowing what is needed, to forget that perception itself it’s an state of grace, and that men are wise in proportion not to their experience, but to their ability with the experience. It's ridiculous the freedom, like love letters, like love: that sensation of believing that we can say and feel what we want, when we barely achieve to choose the silences. This is how it is, my friends, it is tough, we sail alone in calmed waters, with no steady course nor apparent dangers, like a manned ship by lepers where no one wants to hop in, from where you will never hop out. You are welcome!


by Lucas P. Michref (translated by A. Saurit)

En el bar de siempre


(foto: Alejandra Saurit (http://www.asaurit.deviantart.com/))



En el bar de siempre, en la mesa de siempre. Pedí mi cortado apenas cortado. Mi compañía compuesta por disímiles como Pessoa, Pérez Reverte y Jelinek, no la modelo sino la Nóbel. Indeciso acerca de con que invitado disfrutar mi bebida, encendí un camel mirando los marcadores. A Jelinek y sus excluidos les faltaba menos. Cerca del tercer párrafo advertí que una adolescente latina, a los gritos y moviendo la pelvis, iba a complicarme la tarde. Pero tuve suerte, era el último video de la cantante y Diana Krall ocupo su lugar en el plasma. Todo listo. Mi cortado, mis camels, mis libros. Agua para mi fuente. La trama estaba allí, no necesitaba retroceder. Una seca profunda, un sorbo con espuma y nuevo capítulo. “Te amo”. La frase a mi izquierda rebotó lentamente en mi memoria. No quise mirar. No recordaba el autor pero si el verso: "El mundo conspira para que yo te extrañe". Me sentí estúpido, ella es su mujer, el la ama y se lo dice, ninguna conspiración en la mesa a tu izquierda!. Pero mi mirada dejó el libro. La pareja de ancianos se tomaba de la mano. El cruzaba la mesa controlando el temblor de sus huesos y le besaba la frente. En el vaso de soda, una burbuja se resiste a su destino, de subir y reventar... no hay salida. Ahora si que necesitaba retroceder en mi libro, mientras lo hacía ellos ordenaban un té con limón y un café liviano. Mi lectura, los ancianos y el vaso con sus burbujas… se triangularon mis pensamientos. Lentamente el triángulo se dilató hasta el círculo, en el que, terminadas las bebidas, seguí girando por un tiempo. La caída ascendente y mortal que se multiplica en el vaso, las trompadas, patadas y rasguños de los jóvenes alemanes, excluidos, a su victima de turno en el relato de Jelinek, y la zurda y temblorosa habilidad de llevar la taza a la boca, para no soltar la mano de su amada, en la mesa a mi izquierda. Pausa para encender un nuevo cigarrillo que, aunque insistamos, nunca logra aclarar las ideas y unirlas en armonía, pero al menos es una pausa...

LPM

Assassin


Una almohada sobre mi rostro y una mano anónima que no deja de presionarla.
No puedo verla… pero se que la otra mano sostiene el arma.
Lo sé... El disparo nunca llega y la asfixia tampoco.
Acaso la única certeza, la de que el arma, inmóvil, apunta mi cabeza.
El asesino tiene una voz reconocida.
Me habla con tanta tranquilidad que el terror es aún mayor.
Casi con dulzura, casi con piedad.
No presto atención a sus palabras.
El tono con que me habla es un redoblante previo a la ejecución.
Desespero, siento sus piernas sujetar las mías.
Es más fuerte, no me rindo, descanso, insisto, no logro soltarme.
Como en los sueños, cuando corro y no me muevo.
No puedo gritar y el llanto se ahoga en mi garganta.
Se hunde lento, dentro de mí, el grito que me salvaría…

Mis músculos terminan por rendirse.
No encuentro salida.
La voz de mi asesino insiste en su discurso.
Lento, apacible, sosegado.
Me niego a escucharlo, no quiero darle el gusto.
Si lo escucho el lo sabría y luego...
Renuevo el intento de liberarme.
Es inútil, ya es demasiado para lo que queda de mis fuerzas.
Mi mente se agita, colapsa…

Despierto del desmayo sin idea cierta de su duración.
No puedo abrir los ojos, no puedo gritar.
Lo mismo.
Sigue hablándome.
Pienso que no sabe de mi despertar.
Pienso.
Esperar a que se canse, sacudirme frenético.
Por primera vez escucho.
Me llama por mi nombre, me dice que lo deje hacer.
Reconozco esa voz.
Me pide calma y al mismo tiempo lo escucho suspirar.
Suena como si estuviese angustiado.
Ahora recuerdo esa voz!
Me dice que soy yo quien lo envía.
Es mi voz cuando no sale de mi garganta.
Como si la escuchara grabada…


LPM