miércoles, 19 de agosto de 2009

Mis Disculpas I


Mis disculpas, voy a cometer el error de situarte lector, de darte las imágenes antes que las ideas, porque necesito escribir, alguien tiene que hacerlo, y si comienzo por las imágenes me resulta mas sencillo…: 1:14 AM, mi departamento, fumando, llenando lentamente de humo este cuarto, a catorce pisos de la realidad desde donde solo llega un sonido automotor, releo y me dilato aun más… ¿debo borrar y comenzar de nuevo? No. Voy a dejarlo, tal vez así comprendas mejor. Tal vez un viaje hasta la cocina y regresar con un café me haga bien, y para vos será mas rápido aún, porque cuando lo leas solo será el tiempo que dura la puntuación. ¿Por qué lo explico? Para que dure el mismo tiempo en que yo busco mi café y no te aburras. Ahora sí. Aparte de servirme el café apagué y encendí distintas luces. Creo que me vas entendiendo… ¿No? Tal vez necesitas seguir leyendo, persevera lector, confía. Hace un tiempo llené una hoja con mis sentimientos más recurrentes, mas tarde volví a leerlo y como si fuese otro el autor (en realidad era otro yo en aquel tiempo) me sentí identificado, empático con un ser a quien no terminaba de reconocer como mi persona. Hoy me desborda la envidia hacia ese personaje que podía expresar sus sentimientos de esa forma. Tan claro y vehemente. Un arrebato de ira hacia el status quo que lo oprimía. Ese autor me dice que no deje de escribir, que lo haga aún cuando quisiera borrar todo y evitarte querido lector, esta tortura de leerme así… tan irresoluto. Es el culpable de que yo hoy este escribiendo, de que me estés leyendo. Tal vez me conozcas, probablemente no, y sabemos que eso no importa porque al terminar estas líneas sabrás al menos “algo” de mí. “Algo” que nadie sabía antes de escribirlo. Hago de cuenta que tomas asiento, aquí a mi lado, y me ayudas a escribir. A buscar la forma de explicar esta idea. Ganarle la batalla al lenguaje y hacerme de las palabras. La idea la tenemos: “No puedo escribir como antes”. Me preguntas: ¿Quieres?… ¡Claro! Quiero poder, nuevamente, hacer esa mueca de sonrisa que revela mi conformidad al leerme. ¿Por qué? Porque se siente de maravillas. ¿Escribir bien o estar conforme con lo que escribes? No lo pondría en esos términos, solo quiero sentir la seguridad de que lo escrito los llevará sin escalas a mi dimensión, que logro unirlos a mí en “mi” sentir. Saber que leerme los hace mis compañeros de viaje. ¿Estar seguro que el lector pasea por tu ser con solo leerte? Algo así, no es un paseo exactamente, mas bien sería un tour por mi ser, donde yo, cual guía turístico dirijo tu mirar, tu pensar, tu sentir justo hacia donde me duele, contenta, excita, asfixia, etc. ¿Y sino les agrada el tour? Irrelevante. No pretendo que les agrade. Solo la seguridad de que lo observado ha sido aquello que me puso a escribir. ¿Qué cosas exactamente te ponen a escribir? Muchas… la mayoría de las veces son aquellas que me duelen. Parecen hacerse presentes con papel y lápiz en mano… pero casi siempre el papel está arrugado y la mina del lápiz quebrada en miles de pequeños pedazos. Muy pocas veces son aquellas que me contentan… pero si las escribo el lenguaje se hace dócil, el papel satinado y el lápiz muta en pluma. ¿Te resulta más sencillo escribir desde la felicidad y el contento? En cierto modo, pero lo que quiero decirte lector es que la necesidad de que otros visiten esos paisajes es menor. Yo se que todo aquello que me contenta lo llevo escrito no solo por dentro sino en mi piel, en mis ojos… ¿Y aquello que te duele y asfixia? Solo por dentro, en otro idioma, encriptado, en el agua de una fuente a la que hoy resulta muy difícil llegar. ¿Antes era fácil llegar a la fuente? Si, tiempo atrás era fácil llegar. Supongo que existen razones por las cuales el camino a la fuente hoy resulta menos accesible, y no quiero extenderme en ello, pero… ya que hacemos de cuenta que escribo contigo y trato de ayudarte, tal vez esa sea la razón… Explícate mejor lector. Lo que trato de decir es que cuando la fuente es accesible a otros también lo es para ti y viceversa. Entiendo, pero… ¿Te das una idea de lo que significa que la fuente sea así de accesible? ¿De lo expuesto que estaría? Expuesto a aquellos que me rodean, aquellos con quienes convivo, con los cuales no siempre conviene estar expuesto de esa forma. Quiero poder escribir como antes y de esa forma poder leerles lo que esta escrito en el agua de esa fuente, sin la necesidad de que lleguen a ella, se laven los pies y tiñan mis aguas con sus hojas muertas. ¿Porque tanto miedo? Yo, por ejemplo, estoy leyendo ahora el agua de tu fuente y me doy cuenta de que se renueva constantemente, que no existe sangre derramada que termine de teñir tus aguas. Solo con verla doy cuenta de que existen otros que llevan tus palabras dentro, que beben de ellas cuando les duele la sed. Que tu fuente te sobrevive en aquellos a quienes les mostraste el camino. ¿Y como es que llegas a semejante conclusión? Porque hoy yo soy uno de ellos…aun cuando no hayamos escrito nada…
Mejor abramos la ventana y tomemos otro café. Me gusta el café. ¿Un cigarrillo? Por supuesto…
Lucas P. Michref

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