miércoles, 19 de agosto de 2009

En el bar de siempre


(foto: Alejandra Saurit (http://www.asaurit.deviantart.com/))



En el bar de siempre, en la mesa de siempre. Pedí mi cortado apenas cortado. Mi compañía compuesta por disímiles como Pessoa, Pérez Reverte y Jelinek, no la modelo sino la Nóbel. Indeciso acerca de con que invitado disfrutar mi bebida, encendí un camel mirando los marcadores. A Jelinek y sus excluidos les faltaba menos. Cerca del tercer párrafo advertí que una adolescente latina, a los gritos y moviendo la pelvis, iba a complicarme la tarde. Pero tuve suerte, era el último video de la cantante y Diana Krall ocupo su lugar en el plasma. Todo listo. Mi cortado, mis camels, mis libros. Agua para mi fuente. La trama estaba allí, no necesitaba retroceder. Una seca profunda, un sorbo con espuma y nuevo capítulo. “Te amo”. La frase a mi izquierda rebotó lentamente en mi memoria. No quise mirar. No recordaba el autor pero si el verso: "El mundo conspira para que yo te extrañe". Me sentí estúpido, ella es su mujer, el la ama y se lo dice, ninguna conspiración en la mesa a tu izquierda!. Pero mi mirada dejó el libro. La pareja de ancianos se tomaba de la mano. El cruzaba la mesa controlando el temblor de sus huesos y le besaba la frente. En el vaso de soda, una burbuja se resiste a su destino, de subir y reventar... no hay salida. Ahora si que necesitaba retroceder en mi libro, mientras lo hacía ellos ordenaban un té con limón y un café liviano. Mi lectura, los ancianos y el vaso con sus burbujas… se triangularon mis pensamientos. Lentamente el triángulo se dilató hasta el círculo, en el que, terminadas las bebidas, seguí girando por un tiempo. La caída ascendente y mortal que se multiplica en el vaso, las trompadas, patadas y rasguños de los jóvenes alemanes, excluidos, a su victima de turno en el relato de Jelinek, y la zurda y temblorosa habilidad de llevar la taza a la boca, para no soltar la mano de su amada, en la mesa a mi izquierda. Pausa para encender un nuevo cigarrillo que, aunque insistamos, nunca logra aclarar las ideas y unirlas en armonía, pero al menos es una pausa...

LPM

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